Al despertar este chakra, hemos atravesado el límite del mundo material al espiritual. No se trata aún de un pleno desprendimiento de lo físico, pero sí ya una instancia en la cual es posible superar los deseos y pasiones, para poder expresar el amor. Desde una perspectiva Junguiana, se trata del “sí mismo” (que no es el ego), sino la conciencia de sí.
Es además el origen de todas las posibilidades de goce estético, de amor pleno, de unidad con la naturaleza.
Anahatha se halla detrás del corazón y se corresponde al plexo cardíaco.
La armonía de este chakra se revela en la capacidad para curar y atender a los demás. También en la poesía y en el arte. Quien domina este centro es compasivo y desinteresado.
Es evidente que se halla relacionado directamente con los estados de ánimo.
Su área de irradición es el centro del pecho, el lugar al que instintivamente llevamos nuestras manos para expresar sentimientos.
La desarmonía del cuarto chakra se revela en una dificultad para expresar los sentimiento. También podría sufrir de hipersensibilidad, angustia, ansiedad o remordimiento. El odio, sería la manifestación más extrema de la falta de armonia en Anahatha.