En 1997, Steve Rother postuló en su libro Recuerda, la existencia de una nueva energía identificada con los llamados “niños cristal”. Con la publicación de su obra en el 2002 comenzó a difundirse esta idea: se trata de una energía vibratoria diferente a la de los “niños índigo”. Mientras que los índigo sería preparadores y detonantes, los cristal serían lo que sembrarían una nueva forma de realidad.
Mientras que los índigo, mucho más radicales, no pueden cambiar las estructuras retrógradas de la sociedad, los cristal son pacificadores natos que buscarán el equilibrio entre lo intuitivo y lo racional, buscando una plena y profunda armonía.
Se dice que algunos “índigos” han evolucionado hacia la condición “cristal” a través de una progresiva transformación del carácter. Esta modificación obedece a una adaptación serena que no genera crisis dolorosa alguna. Supone un paso desde la polaridad a la unidad y desde lo individual a lo grupal.
La frecuencia índigo se encuentra en el chakra Ajña . Esta cualidad les permite percibir lo que otros esconden, lo que puede cambiarse o evitarse, pero lo expresan de forma tan visceral que con frecuencia resulta cruel. Diferente es pues la frecuencia cristal, que ubicada en el chakra Anahatha, cerca de las más profundas emociones vinculadas al plexo cardíaco, poseen claramente desarrollado el don de la empatía a la hora de comunicar su misión. Cuidan pues, tanto los sentimientos propios como los ajenos.
Perciben con facilidad el temor en su entorno inmediato
Pueden amplificar su propio temor y proyectarlo en el entorno
Evitan invocar el miedo
Poseen un bajo perfil, son discretos y sumisos
Son positivos y serenos
Sólo piden lo necesario para sí mismos pero no dudan en exigir para los demás
Evitan el conflicto y la confrontación
Hablan poco, pero con mucha profundidad.
Poseen habilidades psíquicas
Poseen una gran capacidad afectiva
Les agrada pasar mucho tiempo solos