Se dice que los seres elementales existen en el mundo del espíritu. Se los suele llamar “elementales” en forma genérica. Este nombre proviene de su estrecha relación con los cuatro elementos de la naturaleza: aire, agua, tierra y fuego.
“Los elementales no puede clasificarse entre los hombres, porque algunos vuelan como espíritus, no son espíritus porque comen y beben como los hombres. El hombre tiene un alma que los espíritus no necesitan. Los elementales no tienen alma y, sin embargo, no son semejantes a los espíritus, éstos no mueren y aquellos sí mueren. Estos seres que mueren y no tiene alma ¿son pues animales? Son más que animales porque hablan y ríen. Son prudentes, ricos, sabios, pobres y locos igual que nosotros. Son la imagen grosera del hombre, como éste es la imagen grosera de Dios... “ (Paracelso, Philosophia Oculta, 1493
Los elementales son clasificados según las siguientes categorías:
Se caracterizan por un eterno fluir y son gobernados por ondinas, sirenas, ninfas y nereidas. Son seres de gran belleza y simbolizan, tanto como el agua, los sueños y las fantasías.
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El fuego simboliza el coraje y la vitalidad. Está regido por las salamandras.
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Regido por las hadas, las sílfides y los silfos. El aire promueve el movimiento, tanto par agitar a las nubes como para lanzar el fuego.
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Simboliza la realidad sobre la que nos apoyamos engendrando sabiduría y salud. La tierra es la fuente de la vida. Este elemental es regido por duendes, pigmeos y gnomos.
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El quinto elemento, denominado éter o akhasa, es enteramente sutil y simboliza el espíritu. Está regido por los ángeles.
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